Hoy en día, los equipos de seguridad se enfrentan a una tarea titánica: gestionar unas operaciones de seguridad muy intrincadas en medio de un panorama de ciberamenazas que no deja de evolucionar.
Superficies de ataque que crecen rápidamente
En la actualidad, el 70 % de los ataques afectan al menos a tres superficies de ataque —endpoints, nube, redes, identidades, correo electrónico, etc.—, por lo que, sin una visibilidad centralizada, seguirles la pista a los adversarios es casi misión imposible.
Operaciones reactivas y recursos al límite
Ahora que los ataques se producen tres veces más rápido, los equipos de seguridad ven sus capacidades limitadas por tener que reaccionar a los problemas constantemente, lo que no les deja tiempo para mejorar su estrategia de seguridad de manera proactiva.
Herramientas inconexas u obsoletas
La cantidad cada vez mayor de datos de telemetría y eventos procedentes de herramientas inconexas hace que haya que dedicar una gran cantidad de tiempo y recursos a encontrar y detener las amenazas reales.